Historia de Saint-Tropez: Por qué hoy el verdadero lujo se encuentra en otro lugar

Quien piense que la historia de Saint-Tropez se cuenta rápidamente: estrellas de cine, yates, champán, se sorprenderá. Detrás del mito se esconde un lugar con orígenes crudos, gran arte y momentos icónicos que han hecho de Saint-Tropez lo que es hoy: un símbolo de la elegancia mediterránea.

En este artículo, aprenderá cómo un pueblo de pescadores se convirtió en un símbolo mundial del jet set y del arte de vivir, y por qué muchos de los ricos y famosos ya no buscan su refugio bajo los focos, sino más bien cerca: en la tranquila Ramatuelle.

Saint-Tropez, que en su día fue un puerto apartado en la Costa Azul, se convirtió en un escenario para artistas, iconos del cine y pioneros de estilo en el siglo XX. Pero aunque hoy el lugar brilla como nunca antes, su verdadera historia a menudo sólo se hace evidente a segunda vista.

Cualquiera que pasee hoy por las estrechas calles de Saint-Tropez, entre boutiques de diseñadores y viejos muros de piedra, difícilmente podrá decir que antaño éste era un sencillo pueblo de pescadores. Pero aquí es precisamente donde comienza la historia de Saint-Tropez, y lo que hace que el contraste entre origen y mito sea tan fascinante.

Ya en la Edad Media, el pueblo era una plaza fortificada con vistas al Golfo, a veces de difícil acceso y casi aislada del resto de Francia. Los ataques piratas, las historias de contrabando y las leyendas marineras marcaron los primeros siglos. La “Ciudadela de Saint-Tropez” aún nos recuerda esta época fortificada.

Sin embargo, Saint-Tropez experimentó un cambio decisivo a finales del siglo XIX: cuando el pintor Paul Signac atracó aquí con su yate "L'Olympia" en 1892, quedó inmediatamente fascinado por la luz de la bahía. Se instaló y atrajo a otros artistas. Pronto le siguieron Henri Matisse, Pierre Bonnard y más tarde Picasso. La pequeña ciudad se convirtió en un lugar de encuentro de la vanguardia.

Pero el verdadero punto de inflexión llegó en 1956 con una sola película: Y Dios… crea a la mujer. La cámara mostró Saint-Tropez bajo una luz tenue, descalza en la playa, y a una joven Brigitte Bardot que encarnaba una nueva feminidad. El efecto fue enorme: Saint-Tropez se convirtió en una pantalla de proyección de libertad, sensualidad y ligereza mediterránea.

Lo que comenzó como una historia de Saint-Tropez rápidamente se convirtió en una narrativa global: el arte se convirtió en glamour, un puerto pesquero se convirtió en un símbolo del estilo de vida francés.

Brigitte Bardot no sólo marcó el comienzo de una nueva era en el cine, sino también de una segunda gran fase en la historia de Saint-Tropez. En la década de 1960, la pequeña ciudad costera se convirtió en el escenario de un nuevo movimiento social: más libre, más rebelde y con reconocimiento internacional.

Bardot, que se instaló en “La Madrague”, una sencilla cabaña de pescadores a las afueras de Saint-Tropez, en 1958, se convirtió en la embajadora sin corona de la ciudad. Su sola presencia fue suficiente para atraer a fotógrafos, diseñadores, actores y músicos de todo el mundo a la Riviera Francesa.

Saint-Tropez se convirtió en un lugar de encuentro para los ricos y famosos:

• Pablo Picasso y Françoise Sagan pasearon por el puerto
• Karl Lagerfeld organizó fiestas privadas en villas vecinas
• Gunter Sachs, Jane Birkin, Romy Schneider, más tarde también Mick Jagger, Kate Moss y Beyoncé dieron forma a la nueva imagen.

Lugares como el Club 55 en la Playa Pampelonne o el Hotel Byblos se convirtieron en escenarios sociales, puntos de encuentro tanto de la jet set como de la contracultura. El código de vestimenta: descalzo, bronceado, elegante sin esfuerzo.

La historia de Saint-Tropez se reescribió, no a través de la arquitectura o la política, sino a través de la gente, el estilo y una actitud ante la vida que oscilaba entre la ligereza y el exceso.

Pero cuanto más brillaba el lugar, más atraídos se sentían los que buscaban verdadera paz y tranquilidad hacia el norte, hacia Ramatuelle.

A sólo unos minutos en coche de Saint-Tropez, comienza otro mundo: colinas onduladas, pinares, viñedos… y el pueblo de Ramatuelle, que se encuentra enclavado como un anfiteatro en la ladera. Mientras que Saint-Tropez se convirtió en un escenario de flashes y glamour, Ramatuelle se convirtió en el destino preferido de quienes buscaban paz, privacidad y discreción.

Ya en los años 80, celebridades y artistas comenzaron a instalarse no específicamente en Saint-Tropez, sino en las escondidas Villas de Ramatuelle. Las razones eran obvias: acceso discreto, amplios terrenos, menos prensa... pero aún así, a sólo unos minutos de la vida social.

En la actualidad, entre los discretos visitantes habituales de la región se encuentran numerosos nombres internacionales: desde actores y diseñadores hasta familias empresarias. Quienes viven o vacacionan aquí buscan menos el escenario y más la distancia del público.

En Ramatuelle, la gente habla tranquilamente de sus vecinos, conduce coches discretos y aprecia las cosas sencillas: el desayuno con vistas a los viñedos, un camino privado a la playa de Pampelonne o una cena en un restaurante con jardín escondido.

Las celebridades en Ramatuelle evitan la atención, y eso es precisamente lo que hace que el lugar sea tan atractivo para quienes saben lo suficiente sobre él.

Saint-Tropez ha sido durante mucho tiempo más que un mero cliché de la jet set. Los años dorados con estrellas de cine y noches de champán son parte de la historia, pero la magia sigue viva, de forma más sutil y con más estilo. Quien viaja hoy a Saint-Tropez no busca necesariamente el bullicio, sino más bien el paisaje, la atmósfera y una actitud ante la vida a medio camino entre el lujo, la ligereza y la herencia mediterránea.

La nueva generación de huéspedes ama la autenticidad: elegantes boutiques en lugar de pasarelas, galerías en lugar de galas, villas con vistas al mar en lugar de palacios hoteleros. Precisamente aquí comienza el lujo tranquilo, que se extiende como un hilo desde Saint-Tropez hasta Ramatuelle.

Casapilot acompaña a los viajeros que desean descubrir ambas caras de la Costa Azul: El mito de Saint-Tropez, lleno de historia, estilo y direcciones icónicas, y el retiro de Ramatuelle, donde el lujo significa estar completamente en armonía con uno mismo.

La historia de Saint-Tropez es única: un lugar que ha evolucionado desde refugio de artistas hasta convertirse en un escenario internacional. Brigitte Bardot, Picasso y muchos otros hicieron del pueblo de pescadores una leyenda que aún resuena hoy.

Pero aquellos que buscan el auténtico lujo lo han descubierto hace tiempo: el verdadero atractivo no está en los focos, sino una colina más allá, en Ramatuelle. Donde las villas discretas desaparecen detrás de los pinos, vive el espíritu original de la Costa Azul: tranquilo, privado y con estilo.

Ya sea que desee experimentar el mito de cerca o sumergirse conscientemente en el retiro, Casapilot le ofrece alojamientos cuidadosamente seleccionados que hacen posible ambas cosas. Entre Saint-Tropez y Ramatuelle no sólo encontrará una región, sino un estilo de vida.